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Cómo el mindfulness compensa

 

los efectos de un apego inseguro

 

 

 

Iago París

 

El apego en psicología es la relación que establece el bebé con su cuidador o cuidadores principales. En función del tipo de trato puede ser seguro o inseguro, según si el bebé siente a su cuidador o no como una base segura desde la que explorar el mundo. El apego es importante por muchos motivos, uno de ellos, que la persona al crecer se sirve de la relación que tuvo con su cuidador principal como modelo inconsciente de qué esperar de sus nuevas relaciones (como si fuese una plantilla), lo cual, en el caso de apegos inseguros, puede ser fuente de sufrimiento. Para saber más sobre el apego puedes consultar nuestro artículo al respecto (https://saudadepsicologia.es/el-apego-construyendo-cimientos/).

 

El mindfulness es la atención plena y sin juicio a lo que está sucediendo momento a momento1y las prácticas que la desarrollan. Ejemplos de estas prácticas son mantener la atención en la respiración, recorrer el cuerpo de arriba abajo sintiendo cada parte o realizar algo cotidiano como lavar los platos con toda la atención puesta en ello. Para saber más consulta nuestro artículo (https://saudadepsicologia.es/que-es-mindfulness/).

Dan Siegel, investigador en el área del apego, ha definido una función cerebral a la que llama integración. Integrar consiste en interconectar las diferentes áreas de todo el cerebro, así como combinar la información que tienen. De esta manera, si en casa vemos a nuestra pareja, percibimos su aspecto (que nos llega por los ojos), lo que hemos vivido juntos(desde nuestra memoria), las emociones que nos hace sentir… y todo ello en nuestra cabeza forma un todo integrado, un “él” o “ella”.

 

Esta integración se produce en diferentes áreas del cerebro que Siegel agrupa bajo el nombre de córtex prefrontal medio, que incluye:

  • El córtex prefrontal ventrolateral.
  • El córtex orbitofrontal.
  • El córtex prefrontal medial.
  • El córtex cingulado anterior.

Áreas que se encargan conjuntamente de la empatía, la toma de decisiones, las recompensas, la gestión de emociones, las relaciones sociales y otras funciones relevantes.

 

La función cerebral de integración está en la base de 9 funciones más concretas:

  1. Regulación corporal. El equilibrio entre la rama del sistema nervioso que acelera el cuerpo (la simpática) y la que lo decelera (la parasimpática), que es responsable del ritmo cardiaco, la respiración y otros procesos corporales automáticos.
  2. Comunicación sintonizada. Cuando te “sientes sentido” por otra persona a la vez que el otro se “siente sentido” por ti, por ejemplo, al estar mirándoos. Esto está en la base de la comunicación sana entre personas.
  3. Equilibrio emocional. El equilibrio en el nivel de activación emocional, que lleva a la sensación subjetiva de “estar vivo”. Si es muy alto podemos sentirlo como tensión o ansiedad, si es muy bajo como flojera o apatía.
  4. Modulación del miedo. La habilidad para cambiar cómo respondemos a algo que nos ha dado miedo y logramos así que ese miedo se reduzca.
  5. Flexibilidad de respuesta. La capacidad para poner una pausa entre el impulso y la acción, y por tanto, aumentar nuestra libertad para elegir cómo actuar.
  6. Conciencia de uno mismo. La capacidad de explorar lo que hemos vivido, lo que estamos viviendo y anticipar lo que podríamos vivir.
  7. Empatía. Ponerse en la perspectiva mental del otro, ser capaz de ver la mente del otro.
  8. Moralidad. La capacidad de conocer cómo actuar por el bien común y de hacerlo.
  9. Intuición. La forma en que nos hacemos conscientes de la información no-verbal que procesa nuestro cerebro.

 

En los inicios de su experiencia investigadora, Siegel encontró que estas nueve funciones estaban presentes en las personas que habían tenido una relación de apego seguro. El cerebro del cuidador, a través de una comunicación sintonizada, influye sobre el córtex prefrontal medio en desarrollo del niño, “calibrándolo” para que se desarrolle plenamente, y con él, la función de integración de la que se hace cargo.

En más recientes investigaciones, se encuentra que el mindfulness fomenta las mismas funciones antes descritas, a la vez que también activa el córtex prefrontal medio cuando se practica. En este caso es nuestro cerebro el que se “comunica sintonizadamente” con nosotros mismos y se autocalibra, y esto genera nuevas conexiones entre neuronas en el córtex prefrontal medio, desarrollándolo.

De esta manera, el mindfulness se presenta como una alternativa para compensar los efectos que un vínculo de apego inseguro ha tenido sobre la persona. El mindfulness fomentaría a nivel neurológico el desarrollo que sí han tenido los niños con vínculos de apego seguro, y potenciaría funciones tan relevantes como son nuestro equilibrio emocional y la capacidad de conectar con los demás.

 

 

Referencias

  1. Kabat-Zinn, J. (2005). Coming to our senses: Healing ourselves and the world through mindfulness. Hachette UK.
  2. Siegel, D. J. (2009). Mindful awareness, mindsight, and neural integration. TheHumanisticPsychologist, 37(2), 137-158.
  3. Siegel, D. J. (2010). Mindsight: The new science of personal transformation.