Seleccionar página

La soledad no deseada

 

¿ Por qué es tan importante prestarle atención ?

 

 

 

 

 

Irene de la Cuesta Garbín

 

En los últimos años se ha mostrado un creciente interés en investigar el impacto de la soledad no deseada sobre la salud de las personas. Diversos estudios han relacionado la soledad no deseada con un peor estado de salud general, tanto física como mental, así como con una mayor probabilidad de tener conductas perjudiciales (menor actividad física, obesidad, consumo de tabaco, alcohol…). Por otro lado, múltiples estudios han identificado que son diversas las variables individuales, del entorno y culturales que influyen en la aparición de este fenómeno, al igual que son diversas las consecuencias que puede tener en las personas.

Debido a su evolución, magnitud y efectos perjudiciales que tienen en la salud, la soledad no deseada se ha convertido en una gran preocupación para la salud pública.

 

¿Qué se entiende por soledad?

La soledad ha sido definida y puede ser definida de múltiples maneras según la disciplina. Por lo tanto, lo primero que debemos tener claro es, ¿qué es la soledad?, ¿hay diferentes tipos de soledad?

Según Munchinik y Seidman (1999) la soledad es definida como “Realidad que expresa una ausencia, y es consecuencia de esa carencia y de ese apoyo social insatisfactorio el que motiva la producción de emociones, que dependiendo de la percepción que tenga la persona que lo experimenta, serán positivas o negativas”.  Esta definición nos hace referencia a que lo significativo es la percepción que tiene la propia persona en relación a esa soledad que experimenta, es decir, su interpretación.  La propia persona y su manera de entender los aspectos que la rodean serán claves para entender cómo se siente. Dos personas en la misma situación de soledad no tienen porqué sentirse iguales.

 

¿Hay diferentes tipos de soledad?

Parece existir un consenso en hacer una distinción entre “Soledad deseada” y la “Soledad no deseada”. La soledad en sí misma no debe verse como algo perjudicial, de hecho, la soledad deseada puede tener connotaciones muy positivas para la persona. Por ejemplo, aspectos relacionados con la concentración, reflexión, tranquilidad e incluso como un aspecto reforzador de la autoestima. Puede entenderse como una forma de conectar con uno mismo, siempre y cuando, esta soledad sea buscada por la persona.

El problema ocurre cuando se experimenta lo denominado “Soledad no deseada”. Este tipo de soledad se vivencia de manera desagradable, pues no es algo que haya buscado la persona que lo padece. Esta soledad surge como consecuencia de esa percepción deficitaria de relaciones sociales en algún aspecto importante, ya sea cualitativa o cuantitativamente. Se produce entonces un conflicto entre lo que desea la persona (relaciones satisfactorias y de calidad) frente a lo que percibe que tiene.

 

¿Es lo mismo soledad que “estar solo”?

Otra distinción importante es entender las diferencias entre “estar solo” y “sentirse solo”.  Una persona puede estar físicamente rodeada de muchas personas (familiares, conocidos, desconocidos…) pero sentirse realmente solo (experiencia subjetiva desagradable). Y al revés, una persona puede encontrarse físicamente sola en un banco pero no sentirse solo. 

El estar solo no supone de por sí un sentimiento de soledad desagradable, puede que se encuentre físicamente solo, pero no tener un sentimiento de soledad desagradable, sino disfrutarlo y vivirlo como algo beneficioso para la salud.

Aún así, el estar solo debe considerarse como un factor de riesgo y debe prestarse atención, sobre todo cuando existen otros indicadores.

 

La soledad no deseada en diferentes etapas de la vida

Todos a lo largo de nuestra vida experimentaremos ese sentimiento de soledad no deseada y las razones pueden ser diversas. La razón por la que se presta tanta atención a personas de tercera edad se debe a que se encuentran en una etapa de la vida donde están más expuestos a eventos que suelen cursar con un cambio en sus relaciones sociales (fallecimiento de la pareja, fallecimiento de algún familiar o amigo, jubilación, institucionalización, distanciamiento de las relaciones sociales, barreras tecnológicas para comunicarse…) y por tanto, ser más vulnerables a la soledad no deseada.

La realidad de nuestra población es que se está produciendo un crecimiento exponencial de las personas mayores de 65 años y se presagia un escenario donde habrá más población mayor que joven. Por esta razón, la soledad no deseada se ha convertido en una gran preocupación sociosanitaria de nuestro país debido a las consecuencias perjudiciales que tiene en la salud y bienestar de las personas.

Otra etapa donde se presentan más sentimientos de soledad no deseada es en la adolescencia. En esta etapa, la soledad deseada cobra más importancia, es el periodo donde el adolescente busca mayor autonomía lejos de sus padres y se siente más cómodo con su grupo de iguales. Pero también es un periodo donde existe más riesgo de sentir soledad no deseada. Esto se debe a que se trata de una época compleja donde las relaciones con el grupo de iguales a veces puede tornarse tormentosas y difíciles. El encajar con los demás se convierte en algo relevante, el encontrar una identidad propia con la que definirse puede en ocasiones desembocar a no sentirse comprendido ni por el grupo de iguales ni por la familia. En algunos casos puede darse situaciones de acoso escolar, donde los efectos son devastadores para el adolescente, es una situación muy difícil donde intervenir rápidamente será crucial para intentar paliar los efectos psicológicos que tiene. También hay estudios que han relacionado el uso excesivo de redes sociales en un mayor sentimiento de soledad no deseada en adolescentes.

 

¿Cuáles son los factores de riesgo asociados?

Existen abundantes estudios que han analizado qué factores están más relacionados con el riesgo de que una persona experimente sentimientos de soledad no deseada.

  • Cambios en la red de apoyo social: cambio de domicilio, cambio de colegio/instituto, acoso escolar, divorcio, jubilación, nido vacío, viudedad, fallecimiento de amigos o personas cercanas, institucionalización, tener que ejercer el rol de cuidador de una persona dependiente.
  • Factores de personalidad / Estrategias de afrontamiento: Niveles bajos de responsabilidad, altos niveles de neuroticismo, poca apertura, visión más pesimista, estrategias de afrontamiento no efectivas (resignación, rumiación, evitación…).
  • Aspectos estructurales: Problemas en el hogar, falta de un transporte adaptado, falta de comunicación con el exterior (mayoritariamente en entornos rurales sucede).
  • Problemas de salud: problemas de movilidad, algún problema de salud incapacitante, pérdida visual o auditiva, pérdida cognitiva, ansiedad, depresión.
  • Ciclo de vida: haber tenido una vida cargada de desigualdades predisponen más a la persona al aislamiento social.

 

¿Qué afectaciones tiene la soledad en la salud?

Múltiples investigaciones que han estudiado el aislamiento social, la soledad y la falta de apoyo social han concluido que están bien identificados como factores de riesgo para una mala salud, conductas desfavorables, aumento de morbilidad y mortalidad temprana.

La soledad puede provocar diversas afectaciones tanto psicológicas como físicas, pero también puede ocurrir que una afectación ya presente se vea empeorada por ese sentimiento de soledad (por ejemplo, una persona que padezca de depresión puede empeorar debido a la soledad experimentada posteriormente).

 

Consecuencias psicológicas:

  • Se relaciona con síntomas depresivos
  • Aumenta problemas de sueño
  • Empeora el funcionamiento cognitivo: memoria inmediata, visual, episódica, semántica, velocidad de procesamiento y funciones ejecutivas
  • Acrecienta otros problemas de salud mental, como la ansiedad
  • Riesgo de suicidio: La soledad cursando con otro/s problemas psicológicos (depresión, ansiedad…) es uno de los factores de riesgo más relevantes en el suicidio

 

Consecuencias físicas:

  • Deterioro cognitivo: diversos estudios identifican la soledad como un síntoma neuropsiquiátrico importante en la preclínica de la enfermedad de Alzheimer.
  • Altos niveles de estrés
  • Hábitos de vida poco saludables, como el sedentarismo o dieta pobre.
  • Empeoramiento del funcionamiento vascular
  • Relacionado con la ocurrencia de accidentes cerebrovasculares, riesgo de incidente coronario o enfermedad arterial.
  • Aumenta la aparición de procesos inflamatorios
  • Eleva las alteraciones del sistema inmune
  • Aumenta el declive de los movimientos, es decir, menor capacidad funcional
  • Relacionado con menor actividad física
  • Aumento de conductas de riesgo: tabaco, alcohol, consumo de drogas, juego patológico, uso excesivo de redes sociales
  • Mayor riesgo de mortalidad

 

CONCLUSIÓN

La soledad es un fenómeno presente en nuestra sociedad  y que nos puede afectar a todos y todas en algún momento de nuestra vida. Saber cómo detectarlo y cómo poder remediarlo es esencial, tanto a nivel individual como a nivel social, con políticas sociales que apuesten por ofrecer más servicios y recursos que ayuden a paliar la situación de soledad en personas vulnerables.

Los estudios señalan que una persona puede salir de esa situación de soledad no deseada gracias a elementos como una buena salud autopercibida, mayor frecuencia de actividades que tengan encuentros sociales y mayor calidad en las relaciones sociales íntimas, ya sean familiares o amigos/as.

La soledad no deseada es una experiencia compleja, donde múltiples variables influyen y son múltiples las consecuencias que puede tener en la salud: declive cognitivo, depresión, ansiedad etc. Cómo nos enfrentemos a ella influirá en nuestra mochila emocional que cargaremos a lo largo de nuestra vida, contribuyendo en nuestras capacidades de afrontamiento para hacer frente a las diferentes etapas del ciclo vital que nos espera. 

 

 

Bibliografía

Arruebarrena, A. V., & Cabaco, A. S. (2020). La soledad y el aislamiento social en las personas mayores. Studia Zamorensia, (19), 15-32.

Celdrán, M., & Martínez, R. (2020). La soledad en personas mayores: cómo hacerle frente desde su complejidad. Barcelona Societat, Revista de Investigación y Análisis Social, 25, 1-10.

Dahlberg, L., McKee, K. J., Frank, A., & Naseer, M. (2022). A systematic review of longitudinal risk factors for loneliness in older adults. Aging & Mental Health, 26(2), 225-249.

Donovan, N. J., & Blazer, D. (2020). Social isolation and loneliness in older adults: review and commentary of a national academies report. The American Journal of Geriatric Psychiatry, 28(12), 1233-1244.

Fakoya, O. A., McCorry, N. K., & Donnelly, M. (2020). Loneliness and social isolation interventions for older adults: a scoping review of reviews. BMC public health, 20, 1-14.

García Sanmartín, P. (2021). La soledad en los adolescentes y sus correlaciones con las fortalezas psicológicas y el abuso de las redes sociales. Revista sobre la infancia y la adolescencia, (21), 72-83.

Martín Roncero, U., & González-Rábago, Y. (2022). Soledad no deseada, salud y desigualdades sociales a lo largo del ciclo vital. Gaceta Sanitaria, 35, 432-437