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Un trastorno en la sombra

El trastorno por restricción de alimentos

 

Marta Parra Bravo – Diciembre 2021

 

Aunque normalmente se escuchen únicamente que los dos trastornos de conducta alimentaria sean la anorexia y la bulimia, esto no significa que no haya más. Es cierto, que se dan en mayor medida los dos anteriores, pero no por ello son mas importantes que el resto. Un aspecto que sería importante para conocer también el resto de trastornos de conducta alimentaria que existen es que los medios de comunicación que normalmente suelen hablar mucho de la anorexia y la bulimia, introdujesen otros trastornos como el de restricción de alimentos, el trastorno por atracón o el trastorno por rumiación.

En el presente articulo se va a presentar uno de los trastornos de la conducta alimentaria menos conocidos, el trastorno por restricción de alimentos. Se comentarán sus posibles causas, sintomatología, factores de riesgo, consecuencias y tratamiento para poder llegar a superar el trastorno.

El trastorno por restricción de alimentos (TERIA) es un tipo de trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza porque los pacientes evitan comer algunos alimentos o comen muy poca cantidad de los mismos. Se podría decir que son personas que tienen un mal patrón alimentario y que desemboca en la pérdida de peso del paciente, una alteración de su crecimiento y un déficit nutricional. Se diferencia de la anorexia porque en este caso las personas que lo padecen no están preocupados por aumentar de peso. Suele desarrollarse en la infancia y suelen padecerlo entre un 12-14% de la población, dándose en personas más jóvenes que los que padecen anorexia y bulimia (edad de inicio entre los 9 y 17 años), y lo padecen más varones que mujeres. Muchos de los pacientes que padecen esta enfermedad presentan comorbilidad con otros trastornos como trastornos de ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno de espectro autista, trastornos de desarrollo intelectual o el trastorno por déficit de atención.

 

 

SINTOMATOLOGÍA

 

Los principales síntomas que se dan en este trastorno son:

  • No llega a consumir los nutrientes diarios mínimos por una falta de interés hacia los alimentos. Esto se produce a través de una evitación de alimentos con algunas características sensoriales especificas.
  • Preocupación por las consecuencias que puede producir el comer, por ejemplo, atragantarse.
  • No presenta miedo por aumentar de peso.
  • Adelgazamiento importante.
  • Deficiencias nutricionales por lo que se produce un retardo en su crecimiento y desarrollo.
  • No es capaz de aumentar de peso.
  • Problemas con la participación en actividades sociales que son normales (ej: comer con gente)
  • No tienen una imagen distorsionada de su cuerpo.

 

 

CAUSAS Y FACTORES DE RIESGO

 

Como en la mayoría de trastornos, la etiología del trastorno es muy variada:

  • Comorbilidad con otros trastornos: el padecimiento de otro trastorno puede aumentar la probabilidad de aparición del trastorno de restricción/evitación de alimentos. Algunos de ellos son el trastorno de espectro autista, el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y los trastornos de ansiedad.
  • Familiares: en diversos estudios se ha comprobado que el padecimiento de algún trastorno mental en la madre (por ejemplo, depresión) hace que el hijo tenga mayor probabilidad de sufrir TERIA. ¿Esto por qué es así? Porque el hecho de que la madre tenga un trastorno mental influye a la hora de educar al hijo de forma correcta en la alimentación. Por ejemplo, las madres que sufren depresión llevan una dieta alimentaria mas controlada por lo que eso se verá influido en la forma de alimentar a su hijo.
  • Rasgos de personalidad: las personas que padecen TERIA suelen tener unos rasgos de personalidad concretos como irritabilidad o ser ansiosos, a la vez que también se pueden dar casos de pacientes apáticos e introvertidos. A esto se une una posible inmadurez emocional o una difícil gestión de emociones a nivel interpersonal y ambiental.
  • Trastornos emocionales: el trastorno por restricción de alimentos puede verse causado por episodios aversivos del pasado de la persona (un hecho traumático, un atragantamiento…). Asimismo, puede haber sido desencadenado por una disfagia funcional o un globo histérico. El globo histérico es una patología que se caracteriza por la sensación de tener un bulto en la garganta cuando en realidad no lo tiene. La disfagia funcional es una dificultad para tragar que es desencadenada por una disfunción de algún mecanismo de deglución.
  • Factores genéticos y fisiológicos: es muy común que si ha habido antecedentes de problemas gastrointestinales (reflujo gastroesofágico, vómitos…) en la familia de la persona, esto aumente el riesgo de padecer este trastorno.

 

 

CONSECUENCIAS

 

Las principales consecuencias que produce el trastorno por restricción o evitación de alimentos son muy variadas. En primer lugar, la persona que padece el trastorno sufre una pérdida importante de peso, e incluso si estamos ante un niño puede llegar a sufrir un retraso de crecimiento debido al déficit nutricional que sufre. Otras consecuencias que sufren están relacionadas con el ámbito de las relaciones sociales, ya que sufren un distanciamiento de las mismas por la limitación que sufren por no poder comer en casa o en restaurantes con sus amigos. En relación con el ámbito escolar, es bastante probable que sus calificaciones sufran un descenso porque les resulta muy complicado estudiar debido al exceso de tiempo que tienen que dedicar a comer.

 

 

TRATAMIENTO

 

El principal tratamiento que a día de hoy existe para poder solucionar los problemas provocados por este trastorno es la terapia cognitivo conductual. De esta forma se le ayudará al paciente a elaborar unos patrones de comida normales y a reducirle la ansiedad que le produce los alimentos que tienen que ingerir. Este tratamiento se tiene que llevar a cabo de la forma mas temprana posible y siempre tiene que ser lo mas individualizado posible, prestando especial atención a los factores que contribuyen al mantenimiento del trastorno y los factores de resistencia o de riesgo (personales, familiares o de la cultura). Dentro de esta terapia se han visto que son muy eficaces algunas técnicas relacionadas con la desensibilización sistemática y el condicionamiento operante. Hay que tener en cuenta asimismo el tener que gestionar la ansiedad que puede sufrir el paciente en relación a las comidas y limitar la conexión existente entre la exposición y la respuesta.

El tratamiento farmacológico no se utiliza de forma directa para tratar el trastorno, sino que está más enfocado a las consecuencias del mismo: trastornos del estado del ánimo o ansiedad. No obstante, es muy común que para suplir el déficit nutricional que sufren los pacientes que padecen este trastorno se manden complementos nutricionales.

Asimismo, este trastorno se tiene que tratar a nivel multidisciplinar, es decir, tienen que trabajar diferentes profesionales conjuntamente: pediatra o médico de cabecera, nutricionista, terapeuta familiar, psicólogo…

 

Para concluir este artículo, me gustaría dar especial énfasis al hecho de que este trastorno tiene como respaldo muy pocas fuentes por la escasez de investigación que se ha llevado a cabo. Por ello, con esto me gustaría dar importancia a que se investigue más acerca del mismo porque es cierto que no es tan común como la anorexia o la bulimia, pero no por ello es menos importante. También es cierto que la prevalencia de este trastorno no sea del todo acertada porque al haber tan poca información acerca del mismo, habrá muchas personas que lo estén sufriendo y no se lo hayan diagnosticado. Con ello, espero que a partir de ahora se investigue más acerca de este trastorno y de otros trastornos de la conducta alimentaria que no son tan comunes para poder ayudar lo máximo posible a las personas que los padecen y así producir la mayor mejora posible.

 

 

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