TRAUMA POR ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA:
síntomas, detección y secuelas
Por Sofía Cobollo Jarabo
Se considera abuso sexual infantil cualquier tipo de acto o intento de acto sexual con contacto o abuso a un niño/a.
Este tipo de abuso, a menudo, conlleva por parte del perpetrador el uso de fuerza o de amenazas.
El contacto físico muchas veces no tiene porque ser entre el menor y el abusador para ser considerado como abuso sexual infantil,
sino que también pueden incluirse:
- Llamadas o mensajes a un menor con contenido obsceno
- Tocamiento
- Coito
- Masturbación (a uno mismo o forzar al menor a masturbarse)
- Producir, distribuir o poseer pornografía infantil
- Tráfico sexual
Este es uno de los problemas que más estigma acarrea a la persona que sufre los abusos por parte de la sociedad. Actualmente está reconocido como una violación a los derechos humanos y como un grave problema de la salud pública. Sin embargo, la prevalencia del abuso sexual infantil es difícil de establecer ya que puede ser difícil llegar a medirse y muchas veces no se reporta.
- ¿QUÉ ES UN TRAUMA?
La mente humana es, por definición, dinámica. Adaptándose a nuestra interacción con el mundo y, por ende, haciendo que nuestra manera de interpretar las cosas, pensar y sentir también evolucionen. Gracias a la naturaleza dinámica de nuestra mente, estamos predispuestos a aprender constantemente seamos o nos conscientes de dicho aprendizaje (p.ej. aprender varios idiomas). Esta tendencia también incluye una predisposición a aprender a través de las emociones.
Es evidente pensar que las situaciones por las que pasamos a lo largo de la vida nos marcan para bien y para mal. Las responsables de la huella que nos dejen esas vivencias son las emociones. Por tanto, las emociones son el principal elemento que nos alienta y nos motiva a adaptarnos a las diferentes circunstancias que vivimos. Sin embargo, a veces estas experiencias son tan intensas que se vuelven disfuncionales, dando lugar al llamado trauma.
El trauma ocurre cuando no somos capaces de procesar los recuerdos de un suceso que nos causa sufrimiento con normalidad. De manera que las sensaciones y emociones relacionadas con esa parte de nuestra memoria emocional están alteradas, por lo que esas experiencias nos perturban y nos generan ansiedad, miedo, e incluso disociaciones. La mayoría de las veces los traumas están asociados a la violencia, las catástrofes y accidentes, estando los abusos sexuales entre esa clase de experiencias.
- ¿CUÁLES SON LAS ALTERACIONES TRAUMÁTICAS QUE SE PRODUCEN EN LA INFANCIA?
Aunque el trauma psicológico es un fenómeno que puede darse en cualquier etapa del desarrollo vital de las personas, en la infancia las personas tendemos a ser más vulnerables. Por tanto, el suceso traumático suele dejar más huella y tienen una mayor influencia en las consecuencias negativas posteriores.
Es importante destacar el sentimiento de desamparo de los niños/as, ya que suele ser mayor debido a una menor habilidad para identificar y expresar sus emociones. Queda demostrado que plasmar los sentimientos parece ayudar a superar los sucesos traumáticos. También es relevante la falta de información, referentes, recursos materiales y de criterio para saber qué hacer. De manera que a veces es muy difícil que el menor salga de ese ciclo de violencia, por ejemplo en el contexto familiar. De hecho, es muy común que se sientan culpables de lo que les pasa.
Como ya hemos mencionado, la manera en que se gestionan las emociones resultan ser vitales para afrontar dichos sucesos de cara al futuro para que, en los años venideros no se desencadene una cadena de problemas psicológicos que se prolonguen durante muchos años, sobre todo si nunca se llega a disponer de tratamiento psicológico. Esto es esencial, ya que una vez el trauma se consolida, es mucho más difícil corregir la situación.
- ¿CUÁLES SON LOS FACTORES DE RIESGO?
Es importante entender que los abusos sexuales no son un tema banal bien establecido en un contexto, sino que son formas de violencia transversales a toda la sociedad. No solo ocurre en hogares pobres o familias desestructuradas sino que su prevalencia abarca todo tipo de infancias y contextos domésticos y educativos. Por tanto, no hay un “tipo de familia” característico en el que puedan darse estas vulneraciones de los derechos fundamentales del ser humano.
Aunque sí existen factores que aumentan el riesgo de que esto ocurra:
- Niño/a viviendo con familiares
- El uso de drogas por parte de uno o ambos progenitores
- Haber desarrollado alguna forma de discapacidad
- Contextos de violencia doméstica
- ¿CÓMO INFLUYE LA FAMILIA?
En mucho de los casos, el perpetrador/a de los abusos sexuales a niños y niñas forma parte del entorno familiar de la víctima. A veces, los propios progenitores son los que incluso encubren al agresor por lo que se genera una burbuja tóxica alrededor del menor de la que es muy difícil escapar; no solo el niño/a tiene que enfrentarse a dichos recuerdos sino a la ambivalencia emocional del padre, la madre, el tío, la tía…
A veces, los padres no se dan cuenta de lo que ha ocurrido y, entonces se culpan de no haberse percatado, o se consideran partícipes de los hechos por lo haber tomado cartas en el asunto ante los primeros indicios o sospechas. En definitiva, el trauma por abuso sexual en la infancia tiene un dimensión familiar e individual tanto en los factores de riesgo como en los efectos de esta forma de violencia.
- ¿CUÁLES SON LAS SECUELAS EN EL NIÑO/A?
1. Secuelas emocionales
Frecuentemente se bloquean las memorias traumáticas en un acto de defensa llamado disociaciones. Esto ocurre porque las víctimas están tan emocionalmente dolidas que, a menudo, los recuerdos se suelen enterrar y esconder. Uno de los indicadores para saber si has sufrido abusos sexuales durante la infancia es el hecho de tener dificultades para recordar partes de la infancia.
- Consecuencias a corto plazo
Cuando los abusos son recientes, casi todas las víctimas muestran un elevado impacto psicológico que, dependiendo de los daños emocionales y del grado de culpabilización de la víctima entre otros factores, mostraran problemas de ansiedad, depresión, fracaso escolar o problemas de socialización. A menudo también desarrollan actitudes de negación…
Las secuelas suelen variar en función de la edad de la víctima. Si éstas son muy pequeñas, suelen predominar las reacciones de negación, y en personas más mayores predominan los sentimientos de culpa. En la adolescencia, las consecuencias suelen ser incluso más graves; si el abuso ha sido en casa, suelen huir. También es frecuente que en estas edades se desarrollen adicciones a sustancias tóxicas como el alcohol o las drogas.
- Consecuencias a largo plazo
Este tipo de secuelas suele ocurrir menos, ya que por lo general las víctimas suelen sobreponerse al trauma. Aunque existen casos de víctimas que han quedado afectadas durante años o de por vida, no es lo más común. En relación a estos casos, lo que suele estar afectado es la manera de relacionarse sexualmente con otras personas (que no disfruten de las relaciones íntimas, o que desarrollen un comportamiento promiscuo). También puede mostrarse agresividad hacia otras personas o hacia uno mismo. Aunque, aquí es necesario ver el tipo de abuso y la gravedad del mismo.
En los casos más severos, las víctimas pueden tener un trastorno disociativo (amnesia, despersonalización, disociación…). Esto ocurre ya que funciona como un mecanismo de defensa, bloqueando los malos recuerdos.
2. Secuelas físicas
La persona que experimenta abusos sexuales en la infancia puede tener heridas y enfermedades de transmisión sexual (ITS). Las experiencias traumáticas relacionadas con el abuso están frecuentemente asociadas con condiciones que pueden afectar más tarde a la persona, por ejemplo: obesidad, cáncer y enfermedades cardiovasculares.
3. Secuelas sexuales
Aunque ya hemos mencionado brevemente en el apartado de consecuencias algunas de las sexuales, caben destacar algunas más. Modificaciones del deseo, la excitación sexual y el orgasmo pueden asociarse con el hecho traumático doloroso. A veces, los comportamientos promiscuos dan lugar a embarazos indeseados o a comportamientos peligrosos. Otros problemas de corte ginecológico (vaginismo, dolor pélvico, dispareunia…) suelen diagnosticarse entre las supervivientes con relativa frecuencia. Asimismo, las supervivientes suelen estar menos propensas a realizarse citologías (test PAP) y a descuidar el cuidado prenatal.
4. Secuelas interpersonales
Es bastante común que ocurra la llamada “re-victimización”. Por ejemplo, las mujeres que sufrieron de abusos sexuales en la infancia son dos veces más propensas a que vuelvan a sufrir abusos sexuales durante la adultez. De hecho, las estadísticas muestran como alguien que ha sido abusado siendo niño/a tiene el doble de posibilidades de sufrir abuso doméstico por su pareja.
- ¿CÓMO SE PUEDE DETECTAR EL ABUSO SEXUAL?
Es importante estar atento a las señales que el niño sexualmente abusado puede estar experimentando. Hay tanto síntomas físicos como comportamentales, estos son los siguientes:
- Sangrado o dolor en los genitales
- Sangrado en la ropa interior (o ropa interior desgarrada)
- Problemas para andar o sentarse
- Dolor o quemazón en la zona genital
- Frecuentes infecciones vaginales
- Cambios en la higiene (como por ejemplo bañarse muy a menudo o no bañarse en absoluto)
- Fobias o miedos repentinos
- Signos de depresión
- Signos de trastorno de estrés post-traumático (TEPT)
- Ideas suicidas
- Problemas repentinos en el colegio
- Comportamiento y/o conocimiento sexual anormal
- Evitar cualquier contacto físico
- Autolesiones
- Intentos de huida
El niño/a puede comenzar a mostrar comportamientos sobreprotectores con sus amigos/as y/o hermanos/as. Esto se corresponde a que estaría ejerciendo el rol del “cuidador”. Además, quizás puedan retomas viejos hábitos que tenían cuando eran niños muy pequeños como chuparse el de dedo.
- ¿CUÁLES SON LOS FACTORES MEDIADORES DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL?
Como ya hemos mencionado, no todas las personas que han sufrido abusos sexuales durante la infancia reaccionan de la misma manera, ni todas las experiencias comparten las mismas características. De hecho, el impacto emocional está modulado por las siguientes cuatro variables:
- El perfil individual de la víctima: estabilidad psicológica, edad, sexo y contexto familiar
- Las características del acto abusivo: frecuencia, severidad, existencia de violencia o amenazas, cronicidad….
- La relación existente con el abusador: lo más importante aquí no es nivel de parentesco entre ambos sino la intimidad emocional existente. De manera que mayor será el impacto psicológico cuando mayor sea el grado de intimidad. A esto se le suma si la víctima no recibe el apoyo suficiente por parte de su familia o si se ve obligada a abandonar el hogar.
- Las consecuencias asociadas al descubrimiento del abuso: dar crédito al niño/a, especialmente por parte de la madre.
De estas variables, las que van a determinar la gravedad del trauma son la frecuencia y la duración de la experiencia, seguida del empleo de fuerza y/o amenazas y finalmente de la violación propiamente dicha (penetración anal, vaginal o bucal). Es muy importante atender, finalmente, al contexto de la víctima y a las posibles situaciones de estrés vividas; la posible ruptura de la pareja, el encarcelamiento del padre o padrastro, la salida de la víctima del hogar o la implicación del proceso judicial… Parece que los juicios largos, con testificaciones reiteradas y puestos en entredicho suponen una victimización secundaria y ofrecen un peor pronóstico.
- ¿CÓMO SE TRATAN LOS TRAUMAS POR ABUSOS SEXUALES?
Por lo general se suelen utilizar con estos pacientes la terapia centrada en el trauma, enmarcada dentro del marco cognitivo conductual para que el paciente o la paciente sean capaces de procesar la experiencia. La TF-CBT (trauma-focusedcognitive-behavioraltherapy) ha mostrado ser efectiva a la hora de disminuir los síntomas de ansiedad, depresión y TEPT. También ayuda al niño/a a señalar los pensamiento y miedos que rodean al trauma. También es habitual que las familias, siempre y cuando ninguno de los progenitores sean los perpetradores del abuso, participen en las terapias.
En el caso de adultos que vivieron un abuso sexual durante la infancia se utilizarían otros tipos de enfoques. Por ejemplo: terapia de exposición prolongada, terapia de procesamiento cognitivo y EMDR.
A menudo, se suele combinar con antidepresivos (p.ej. inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina) para ayudar a manejar los síntomas de ansiedad que pueden experimentar las personas que han sufrido abusos sexuales. Aunque esto es más común que suceda en adultos.
Bibliografía
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